Después de 20 años, las tiendas Paris, Falabella y Ripley decidieron abrir sus puertas en Viernes Santo, lo que ha causado gran molestia entre sus trabajadores y llevó a la Comisión de Trabajo de la Cámara Baja a oficiar a la Dirección del Trabajo.
Después del anuncio de las grandes tiendas, los sindicatos del retail se han movilizado para revertir esta situación, asegurando que «está difícil, el mundo empresarial está muy sesgado en ganar y ganar». Además, diputados de la UDI y RN anunciaron que presentarán un proyecto de ley para que el Viernes Santo sea declarado como feriado irrenunciable.
Pamela Cerón, representante de los sindicatos Falabella, Ripley y Paris, en Una Nueva Mañana en Cooperativa, declaró que desde los gremios «haremos todo lo posible para alcanzar el feriado irrenunciable este año, si no lo haremos el próximo».
Cerón alegó que la decisión «tuvo que ser conversada, no impuesta. En todo el retail nos cayó como un balde de agua fría, a nosotros nos informaron de sopetón. Nunca hubo conversación».
Por el contrario, José Pakomio, presidente de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), defendió la decisión del retail, apuntando que el Viernes Santo no es un feriado irrenunciable para el comercio y que «en años anteriores gran parte del sector ha operado con normalidad, permitiendo a los consumidores abastecerse durante el fin de semana largo».
El cardenal arzobispo de Santiago, Fernando Chomali, que la semana pasada se reunió con los sindicatos de las firmas, señaló hoy en entrevista con T13 Radio que «los chilenos pueden hacer en Semana Santa lo que quieran, yo no me meto en la vida de nadie. Pero lo que no se puede hacer es poner trabas a una persona para que profese su fe un Viernes Santo que es un feriado».
Oscar Olivares Jatib, doctor en derecho, académico de la Universidad Autónoma, dice que a pesar de que el artículo 35 del Código del Trabajo establece que los días domingos y los festivos serán de descanso, este exceptúa a los trabajadores que se desempeñan en el comercio y servicios.Sin embargo, explica que «si en años anteriores el empleador ha paralizado su actividad el Viernes Santo no podría, válidamente, en esta oportunidad exigirle al trabajador prestar servicios, dado que dicha práctica reiterada en el tiempo constituye una regla de conducta que limita sus facultades de dirección. Es decir, se trata de un derecho adquirido en favor del trabajador que le permite descansar el Viernes Santo».







