Como parte de la religiosidad popular, San Emilio reúne a devotos fieles que le solicitan interceder ante Dios, devolviendo una placa de agradecimiento que en general versa: “Gracias, Emilio, por favor concedido.”
En el Cementerio General de Temuco hay miles de tumbas y mausoleos, algunos abandonados y otros arreglados, pero ninguno destaca tanto como el de Emilio Inostroza, ubicado en el patio 24, a 100 metros de la intersección de los Cipreses con la Av. Los Fundadores y al lado de un lúgubre riachuelo que atraviesa el campo de entierros.
¿Quién es la figura de Emilio Inostroza? Pues se trata del último condenado a muerte y ejecutado en Temuco en 1943, convertido con el paso del tiempo en santo de devoción popular. Emilio Inostroza Sepúlveda nació un 26 de Octubre de 1910 en el barrio Huichahue, Temuco. Tras una infancia difícil con el abandono de sus padres, vivió con sus abuelos hasta ya mayor. Se le describe por investigadores como un hombre de campo, sin domicilio fijo que buscaba trabajos esporádicos (o “pololos” como se le decía en aquellos años) para poder pagar sus vicios. Entre ello, cometía crímenes, considerados pequeños para su momento, como robo de gallinas, escándalos en la vía pública o peleas de cantina.
El 10 de Julio de 1941 cambiaría su vida para siempre y fijaría su trágico destino. Con unos tragos de más junto a su cómplice Alfredo Palacios, planearon asaltar la casa de una pareja de ancianos quienes recientemente aguardaban una gran cantidad de dinero por la venta de unos animales. Sin embargo, el robo se les fue de las manos al terminar con el doble homicidio de los ancianos, quienes en su último suspiro mencionaron el nombre de Inostroza.
Traes el hecho, y a causa de su conflictivo prontuario anterior, fue recluso por 800 días. Finalmente, el juicio lo derivó a pena de muerte y es fusilado por un pelotón de cinco hombres en la cárcel de Temuco la madrugada del 08 de Septiembre de 1943. Según archivos, sus restos fueron sepultados el 09 del mismo mes.
Antes de morir, dejó una carta. En ella, defendió su inocencia, aunque aceptó su destino. En sus últimas palabras, él dice que “Solo tengo que verme con Dios”. Hoy, sus restos gozan de popularidad, con cientos de placas, de diversas épocas y lugares, que agradecen los favores concedidos por el “Santo y bandido”.
Conmoción provoca el relato de su vida, pero no por ello se pensaría en convertirlo en Santo. Sin embargo, según el Padre Domingo Tapia, párroco de la Iglesia San Francisco de Temuco, la explicación de cómo se convirtió en un ídolo es más simple de lo que parece: “Es un fenómeno que acá en Chile es muy común, al cual se le denomina religiosidad popular. En la que una persona muerta trágicamente, por accidente o una condena, comienza a ser querida por el pueblo. Sobre todo cuando hay una presunción de inocencia. Eso crea también las famosas animitas y pasan a ser partes de una devoción”.
Si bien se cuentan muchas versiones sobre su vida y muerte, el relato oficial se encuentra respaldado por la investigación del director Marcelo Cuevas Sepúlveda, quien estrenara este domingo 20 de Noviembre en las inmediaciones del Cementerio General su documental “Emilio que estás en el cielo”. El proyecto cuenta con el financiamiento de la Dirección de Turismo, Patrimonio y Cultura de la Municipalidad de Temuco y el Gobierno Regional, y busca rescatar el patrimonio vivo de la ciudad representado, en este caso, por la religiosidad popular. El evento comenzará a las 20:10 hrs con un recorrido patrimonial por los principales hitos del Cementerio, para luego continuar con la proyección a las 21:15 hrs.
Debido al espacio reducido del lugar, la audiencia será limitada, pero contará con transmisión vía Facebook e Instagram.