El 30 de abril de 1950, se registró un hecho que quedó marcado en la historia del balompié criollo. Ese día, Everton venció por inapelable 17-0 a Santiago Wanderers, en un encuentro válido por el Campeonato de Apertura de aquel año, llamada también Copa «Carlos Varela», disputado en el Estadio El Tranque de Viña del Mar (actual Sausalito).
Aunque hay que ser justos, los porteños ese día sólo presentaron tres titulares, a modo de protesta en contra de la División de Honor, predecesora de la actual ANFP.
Tras el término del primer tiempo y con un marcador de 7-0 a favor de los «ruleteros», dos futbolistas wanderinos decidieron retirarse. En el complemento dos más fueron expulsados y uno salió lesionado, lo que por reglamento debía significar el término del encuentro.
Sin embargo el árbitro del encuentro decidió que se siguiera jugando, siguiendo órdenes del entonces director de la División de Honor, Clemente Miranda.
Cuando se anotó el gol número 17 el juez dio por finalizado el partido para no alargar más el sufrimiento de los porteños, en lo que para muchos fue una de las mayores vergüenzas del balompié nacional.